El consumo de grasas trans es peligroso para la salud ya que aumenta el riesgo de enfermedades cardiovasculares, de muerte súbita de origen cardiaco y de diabetes mellitus. Sin embrago, los ácidos grasos trans (conocidos como “grasas trans”) están presentes en una gran cantidad de alimentos procesados, como panificados, productos de repostería, galletitas y productos de copetín (snacks).
El uso de los ácidos grasos trans en los procesos industriales se ha extendido debido a que ofrece ciertas ventajas para las industrias de alimentos (principalmente de conservación, estabilidad y bajo costo). Sin embargo, existe evidencia concluyente que asocia el consumo de grasas trans con la mortalidad y discapacidad producto de las enfermedades cardiovasculares y cerebrovasculares. Es por eso que la Organización Mundial de la Salud propone un conjunto de medidas denominadas REPLACE que incita, a través de un plan de seis áreas de acción estratégica, a revisar, promover, legislar, evaluar, crear e impulsar acciones sobre la ingesta de grasas trans totales en adultos/as y niños/as, con el objetivo de limitarlas a no más del 1% de la energía total o 2.2g por día para una dieta de 2.000 calorías y eliminarlas del suministro mundial de alimentos para el año 2023.
La evidencia es contundente respecto al impacto negativo en la salud de las grasas trans producidas industrialmente. Es necesario que los países avancen hacia su eliminación en el suministro de alimentos a través de la estrategia REPLACE, de tal forma que el consumo sea lo menor posible, ya que ningún nivel de grasas trans es necesario para el organismo ni ha demostrado un beneficio en la salud.