La industria tabacalera gasta millones de dólares anualmente para comercializar sus productos a través de acciones de publicidad, promoción y patrocinio que tienen como fin incentivar el consumo de tabaco e influir en las actitudes relacionadas con el tabaco. Así, la industria tabacalera intenta instalar la idea de que el consumo de tabaco es algo habitual y socialmente aceptable. De esta manera, logran debilitar las campañas de salud pública desacreditando las advertencias sobre las consecuencias del tabaco para la salud .
Ha sido demostrado que la legislación que establece la prohibición completa de publicidad, promoción y patrocinio de productos de tabaco reduce el consumo en toda la población, más allá del nivel de ingreso y del nivel educativo. En cambio las restricciones parciales carecen de efectividad para la reducción del consumo, dado que la publicidad que se prohíbe por un canal comunicacional se despliega por otro, por lo que no se logra el efecto buscado, que es la reducción del consumo y la protección de la salud pública.
La industria tabacalera desarrolla masivas campañas de comercialización para promover el consumo de tabaco orientadas a grupos específicos como los jóvenes y las mujeres. Dado que la promoción y el patrocinio incrementan la iniciación del consumo de tabaco, la prohibición completa de estas formas de comercialización es una de las medidas más eficaces para luchar contra la epidemia del tabaquismo. Por este motivo, la prohibición de la publicidad, la promoción y el patrocinio del tabaco debería ser tan amplia como la Constitución Nacional lo permita; deberá ser integral, incluir la exhibición de productos y aplicarse a toda forma de publicidad, promoción y patrocinio abarcando todos los canales comunicacionales posibles.