En el marco de la 17a. Conferencia Mundial “Tabaco o Salud”, más de 50 organizaciones comprometidas con el derecho a la salud elaboraron una declaración solicitando a los gobiernos regular los nuevos productos del tabaco, tales como los cigarrillos electrónicos y dispositivos para calentar tabaco
(Buenos Aires, 26 de marzo) Más de 50 organizaciones de América Latina y el Caribe acordaron una declaración conjunta sobre los nuevos productos de tabaco, con el fin de orientar a los gobiernos de la región a adoptar regulaciones eficaces para proteger la salud de la población. Esta iniciativa surgió en el marco de la 17a. Conferencia Mundial “Tabaco o Salud”, celebrada en Ciudad del Cabo, Sudáfrica, del 6 al 8 de marzo de 2018.
Con el fin de proteger el derecho a la salud de la población y, en particular, de las nuevas generaciones, las organizaciones solicitan a los gobiernos de la región “avanzar hacia la regulación en el máximo nivel de restricción posible -incluyendo la prohibición de acuerdo a las consideraciones propias de cada gobierno- de nuevos productos del tabaco”, como cigarrillos electrónicos y otros dispositivos para calentar tabaco que la industria tabacalera está lanzando al mercado en varios países.
«En nuestro país la importación, distribución y comercialización del cigarrillo electrónico está prohibida por la ANMAT y, a su vez, la ley nacional de control de tabaco incluye a este dispositivo como producto de tabaco, con lo cual le caben las mismas restricciones» señaló Marita Pizarro, codirectora ejecutiva de FIC Argentina. Y agregó: «Sin embargo, un estudio que realizamos a fines de 2016 para conocer la actitud y cambios en el hábito de consumo de las personas fumadoras tras el incremento de los impuestos a los cigarrillos en mayo de ese año, reflejó que el 25% de los entrevistados probó alguna vez el cigarrillo electrónico. Además, el 69% de los entrevistados desconoce que este dispositivo está prohibido en nuestro país».
En la actualidad, la industria tabacalera está desplegando un discurso de reducción del daño y minimización del riesgo de los nuevos productos del tabaco con el objetivo de abrir el mercado a cigarrillos electrónicos y dispositivos para calentar tabaco, mientras continúa vendiendo cigarrillos convencionales. Sin embargo, este discurso es peligroso y engañoso, ya que, de acuerdo al Grupo de Estudio de la Organización Mundial de la Salud (OMS), “los conocimientos científicos actuales no bastan para evaluar las diferencias en el potencial de riesgo para la salud entre los productos del tabaco de nuevo diseño y los productos conocidos en lo que se refiere a la composición, la exposición, la toxicidad o el perjuicio que causan”. Tampoco está probado que estos nuevos productos ayuden a dejar de fumar. Por este motivo, las organizaciones solicitan a los gobiernos que no autoricen la comercialización de estos nuevos productos como productos de riesgo reducido o como tratamiento para el tabaquismo hasta tanto no exista evidencia suficiente, validada e independiente de las tabacaleras que así lo demuestre.
Históricamente, la industria tabacalera ha utilizado agresivas estrategias para obstaculizar la adopción o implementación de políticas efectivas de control del tabaco. El deber de los gobiernos no es garantizar el lucro de la industria tabacalera, sino proteger la salud de sus ciudadanos. La comunidad internacional ha aprobado y aceptado que las medidas de control del tabaco contenidas en el Convenio Marco Para el Control del Tabaco (CMCT) – tratado internacional de salud pública ratificado por 180 países – son el mecanismo más efectivo para reducir el consumo de tabaco y disminuir la enfermedad y muertes prematuras causadas por la epidemia del tabaquismo
En 2016, 500 mil hombres y 400 mil mujeres murieron en América Latina como consecuencia del consumo de tabaco. Al mismo tiempo, se gastan más de 33 mil millones de dólares anualmente para tratar los problemas de salud provocados por el tabaco, con el consecuente daño para las economías de los países y especialmente de las poblaciones más vulnerables.
En la Argentina, 1 de cada 4 adultos fuma y más de 44.000 personas mueren cada año a causa del consumo de tabaco. A su vez, la edad de inicio al consumo se sitúa entre los 12 y 13 años.